
A pesar del
inexorable paso del tiempo no dejamos de tener presente su excepcional
humanidad y su carácter cercano y apacible para cualquiera que le tratara.
Igualmente en el ámbito profesional y, sobremanera en el servicio público
al que dedico su vida protegiendo la naturaleza asturiana a la que tanto amaba.El nivel de entrega y
dedicación a su trabajo como Agente del Medio Natural durante los años que vistió, con orgullo el uniforme, sigue siendo una
referencia para todo el colectivo.
No podemos
obviar, sin embargo, en este recuerdo, el hecho desalentador de que, tras todos
estos años, los Agentes continuemos, como en aquel fatídico día Rubén,
realizando servicios en solitario, sin localizador en nuestros vehículos y sin
un centro de control al que reportar nuestra posición y nuestra actividad en
cada momento y que sea nuestra familia la que, de forma atroz y terrible alerte
de la falta de alguno de nosotros como aquella trágica noche de 2006.
La terrible
muerte de Rubén debería haber servido para abrirnos los ojos y descubrir, no
solo la grandeza de este maravilloso trabajo que desempeñamos y por el que él
se desvivía, sino también las miserias que por comodidad de unos desidia de
otros ponen en peligro nuestra seguridad y que deberíamos, entre todos
desterrar de nuestro colectivo.
La creación
de la asociación AMINTA, promovida por Agentes de todo el territorio nacional
para apoyar a las familias de los Agentes de toda España fallecidos en acto de servicio es un paso adelante para
consolidar este colectivo de más de 6.000 funcionarios como una gran familia y
estar al lado y apoyar a las familias que, como puede ser la de cualquiera de
nosotros, un día espera, en vano, la vuelta del ser querido. Una iniciativa solidaria que todos debemos apoyar pues todos somos cualquiera de esos compañeros que, cualquier día podemos no volver a casa.
Pese al tiempo transcurrido, Rubén, sigues en nuestro recuerdo y en nuestro corazón.